«Hacia un nosotros cada vez más grande»
En las dos diócesis canarias se han ido poniendo en marcha en estos últimos años iniciativas lideradas por congregaciones religiosas y fundaciones vinculadas a la pastoral social que se suman a las iniciativas de las Cáritas Diocesanas y las Delegaciones de Migraciones
Cuando hablamos de migraciones en Canarias, creo que es importante hacerlo con una mirada amplia ya que el fenómeno es ciertamente más complejo de lo que pueda parecer solo con lo que trasladan los titulares en los medios de comunicación. En nuestras islas llevamos ya años siendo una comunidad receptora de personas que llegan desde otras procedencias. Aparte de las que proceden del continente europeo, ciertamente la mayor presencia migratoria en nuestro territorio es de personas que nos llegan fundamentalmente del continente americano y de países con los que tenemos unos lazos históricos y culturales.
Claramente la situación geográfica de nuestras islas, que conforman el territorio más al sur de Europa, nos ha convertido en los últimos años en un hito importante en las rutas migratorias del planeta. Cada vez más vamos tomando conciencia de que para las personas del continente africano somos una puerta de entrada al viejo continente donde buscan cumplir sus sueños de tener un futuro mejor.
La trágica «ruta canaria»
En el año 2024 fueron 46.843 personas las que llegaron al archipiélago por vía marítima utilizando la que coloquialmente se conoce como “ruta canaria” que se ha convertido ya, según voces expertas, en una de las más mortíferas del planeta. En lo que llevamos de 2025 son ya 11.883. Las cifras aportadas por la ong “Caminando Fronteras” en su último informe hablan del dato escalofriante de 9.757 personas fallecidas durante el pasado año. ¿Cómo ser indiferentes ante esta situación? ¿Cómo no sentirse interpelados? Es imposible y menos como comunidad cristiana.
Es por eso que en las dos diócesis canarias se han ido poniendo en marcha en estos últimos años iniciativas lideradas por congregaciones religiosas y fundaciones vinculadas a la pastoral social que se suman a las iniciativas de las Cáritas Diocesanas y las Delegaciones de Migraciones. Una respuesta de la Iglesia en las islas que quiere contribuir a esa invitación que el Santo Padre Francisco nos hizo en la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado del año 2018 y que todavía resuena y tiene una total vigencia: ACOGER, PROTEGER, PROMOVER E INTEGRAR a los migrantes y refugiados.
En cada una de las iniciativas, se están dando respuestas concretas ofreciendo espacios de acogida, de formación y promoción, de acompañamiento a la integración de las personas que se acompañan. Una realidad que preocupa socialmente y también en el ámbito eclesial es la de los/as jóvenes migrantes que llegan solos/as siendo menores de edad a nuestras islas y con los que tenemos un deber de cuidar y de acompañar a la vida adulta garantizando los medios para que puedan integrarse en nuestra sociedad de forma normalizada. Es quizás ahora mismo uno de los retos importantes que tenemos a nivel pastoral, como acompañamos esta realidad y como ofrecemos respuestas que puedan ser sostenidas en el tiempo y con garantías.
Un reto necesario
No podemos quedarnos impasibles viendo como especialmente estos niños y niñas pueden quedar desamparados al cumplir su mayoría de edad y ver truncado su futuro. Evidentemente es un reto para la sociedad canaria y española y creo que como iglesia se están dando ejemplos de que es posible dar una respuesta de calidad y con garantías.
Para dar una respuesta efectiva a en el ámbito de las migraciones y la movilidad humana, es importante que como Iglesia trabajemos en red. Por eso cobra una especial importancia la existencia de las Mesas Diocesanas de Migraciones donde todas las pastorales implicadas comparten información, coordinación y reflexión ante los retos que se nos presentan. A nivel de la Iglesia en España cobra en este sentido singular importancia la iniciativa de los Corredores de Hospitalidad que pone en acción la solidaridad entre iglesias diocesanas a la hora de dar una respuesta a esta realidad de los/as jóvenes migrantes mostrando como comunidad cristiana que es posible dar una respuesta humanizada y de calidad poniendo en el centro a las personas.
Tenemos también como Iglesia el reto de generar el contrapunto a los mensajes de rechazo y xenofobia y a los discursos de odio contra las personas migrantes que tristemente vemos que circulan en las redes sociales, en medios de comunicación y que lamentablemente encuentran eco en no pocos discursos políticos. Creo que nos toca aportar los aspectos positivos que tiene la migración, las experiencias y testimonios que demuestran que es posible construir una sociedad que cada vez va siendo más intercultural y que se nutre de la riqueza que aportamos todas las personas independiente de donde hayamos venido para construir una sociedad donde caminemos, como nos indicaba otro lema de una de las Jornadas Mundiales de Migraciones, “hacia un nosotros cada vez más grande”.