Una comunidad que se construye cuando nos cuidamos mutuamente
Aquí nos encontramos como iguales, como personas que necesitan y que ofrecen, que atraviesan retos y que también enseñan. Gracias por su presencia, su fuerza y su humanidad
En estas fechas, en las que el espíritu de encuentro cobra un significado especial, hemos querido celebrar algo que nos une profundamente: la convicción de que nadie debe sentirse solo, y de que una comunidad se construye cuando nos cuidamos mutuamente.
Por eso, queremos hacer varios agradecimientos:
A nuestras voluntarias y voluntarios. Gracias por cada jornada de esfuerzo, por cada plato servido con cariño, por cada palabra amable ofrecida sin esperar nada a cambio. Gracias por sostener este servicio con una dedicación que trasciende lo material. Ustedes construyen un lugar donde la dignidad, el respeto y la empatía son los ingredientes principales. Su labor es un regalo para todos.
A las personas que asisten al Centro de Día, queremos decirles algo muy importante: este espacio es también vuestro. Gracias por permitirnos acompañarles, por la confianza que depositan en nosotras; por cada conversación compartida y por recordarnos, cada día, lo valiosa que es la solidaridad cuando se convierte en camino común. Aquí nos encontramos como iguales, como personas que necesitan y que ofrecen, que atraviesan retos y que también enseñan. Gracias por su presencia, su fuerza y su humanidad.
También un agradecimiento muy especial a los compañeros y compañeras técnicos. Por su profesionalidad, su constancia y su compromiso diario. Gracias por ser el puente entre todas las personas que formamos esta comunidad y por trabajar con una entrega silenciosa, pero imprescindible.
Reconocimiento sincero
Y a las personas invitadas y colaboradoras, nuestro reconocimiento sincero. Su apoyo -ya sea económico, logístico o simbólico- hace posible que este proyecto continúe creciendo. Gracias por creer en la importancia de este servicio, por acompañarnos, por sumar desde sus recursos, su tiempo o su sensibilidad. Sin ellas, muchas de las iniciativas no serían posibles.
La Navidad nos recuerda que todos merecemos un lugar en la mesa, un espacio donde sentirnos acogidos, respetados y valorados. Y eso es lo que intentamos construir aquí, cada día del año. Una mesa amplia, donde cabemos todos; un refugio donde cada persona pueda encontrar algo que alimente el cuerpo, pero también el alma.
Hemos celebrado una comida navideña que ha querido recordar el símbolo de lo que queremos seguir cultivando: comunidad, esperanza y humanidad compartida.
Con todo nuestro cariño y agradecimiento. ¡Feliz Navidad!, y gracias, de corazón, a cada una de ustedes!



