Noticia14/06/2025

La Asamblea de Cáritas Tenerife reúne a unas 300 personas para definir los retos estratégicos en su acción con los más vulnerables

“Caridad que sana, Esperanza que transforma”, en la Asamblea se han debatido cuestiones como la Planificación Estratégica de la institución para los próximos años

Cáritas Diocesana de Tenerife ha celebrado hoy 14 de junio en el Seminario de La Laguna su XVII Asamblea General, un encuentro en el que han participado cerca de 300 personas voluntarias, religiosas, agentes, sacerdotes y diáconos de los 17 arciprestazgos de la Diócesis. Bajo el lema, “Caridad que sana, Esperanza que transforma”, en la Asamblea se han debatido cuestiones como la Planificación Estratégica de la institución para los próximos años; también se han aprobado por unanimidad los informes de Cuentas y de Gestión del pasado ejercicio y se han expuesto los avances que se han llevado a cabo en el marco del Plan de Voluntariado de Cáritas Diocesana de Tenerife, que se puso en marcha hace casi dos años.

La Asamblea Diocesana, que en esta ocasión fue abierta por el nuevo obispo nivariense, Eloy Alberto Santiago, es el acto institucional más relevante y de mayor importancia jurídica de la entidad católica. Es la forma visible de nuestra corresponsabilidad en la marcha de Cáritas Diocesana de Tenerife y su vínculo con la comunidad.

A lo largo de la jornada, que también ha incluido momentos para la oración y el compartir, se han analizado tanto los retos de futuro de Cáritas en la provincia, así como la distribución de los fondos que se han invertido en los distintos programas y proyectos con los que cuenta la entidad. Con dichos fondos, tanto propios como públicos, se atendió a un total de 4.350 hogares y 14.929 personas (entre ellas 2.838 menores de edad). Ello supone un 12% menos de personas beneficiarias que en 2023, pero unas cifras muy similares a las registradas los años anteriores a la pandemia por el Covid19.

El amor fraterno es nuestro compromiso, la persona es el centro de nuestra preocupación y su rostro el vínculo que nos une al misterio de Dios manifestado en Cristo. Un amor encarnado y redentor. Porque “(…) lo que hiciste con estos hermanos y hermanas, lo hiciste conmigo”. Y amar de esta manera nos sienta bien. Encaja en nuestra identidad.